miércoles, 28 de septiembre de 2011

PAREJAS

Dos tazas de café sobre una mesa blanca enrejada que humean mezclando su aroma con el bucólico aire del atardecer.

Dos piernas, pie frente a pie, punta con punta, sin rozarse por miedo a desgastarse.

Dos manos extendidas sobre el mantel. Una línea fronteriza entre ellas y dos dedos índices que, como delincuentes, intentan franquearla. 

Dos bocas fruncidas en un rictus de tensión, sellados por palabras hirientes que presionan tras sus labios.

Dos miradas: oscura una, luminosa la otra. 

Dos polos opuestos que nunca se reconocerán. 

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