domingo, 25 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!

Lo inexorable

Como un esqueleto herrumbroso y ajado se abre la verja chirriante invitando a todo aquel caminante cansado del paso del tiempo.
Tras las lanzas de metal se oculta la eterna juventud entre la maleza arrugada y enmohecida. 
Si te abres paso al sendero iluminado por los apenas intensos rayos de sol que los árboles dejan pasar caminarás atraido por una mano invisible que te guiará hasta un claro a salvo de los salvajes alrededores. 


Allí, con tus pies pegados sin remedio al suelo húmedo de rocío, esperarás el soplo fresco de lo eterno e inalterable. Todo el tiempo en tus manos y a tus pies, esperando un destino más apropiado que la espera a ninguna parte. 

¿Quién será tan afortunado como para contar con más segundos que los que establece el destino?

No se consideraría tal fortuna si por ello la vida dejara de ser sufrida con tanta intensidad. 
Un paso hacia delante en la manecilla del reloj y un momento único que no volverá a repetirse habrá pasado. 
Errores y aciertos que por no tener momento no podemos replantearnos. 
Encuentros que, por falta de minutos, se vuelven dolorosamente placenteros frente a los taciturnos y aburridos de aquellos a quienes les sobra. 


Preferir dar media vuelta, alejarse y dejar tras de sí una vida en lo intemporal es elegir la vida sufrida y sentida a cada paso hacia delante de la manecilla del reloj.

martes, 20 de diciembre de 2011

Penumbra

Cuando las agujas del reloj entran en simultánea posición, las luces de las arañas de cristal dejan de iluminar y la penumbra da paso al vértigo y al desequilibrio. 

Tanteo la pared adivinando la forma de cada objeto mientras mis pies avanzan a trompicones rozando esquirlas de madera del suelo empobrecido. 
Me tambaleo y quedo sin respiración al ver tu figura perfilada entre las sombras nocturnas. 

Dos siluetas que, enfrentadas a ciegas, avanzan hacia su encuentro.

El aire se condensa y los cuerpos transpiran. 
Las ropas húmedas se pegan a la piel dejando entrever formas sinuosas y adictivas. 
Limitarse a un simple roce es insoportable y como el imán que atrae al metal, mi cuerpo absorbe el tuyo.


En la oscuridad como escenario escondemos nuestra identidad y dejamos de ser almas quedando sólo nuestros cuerpos hambrientos. 


La humedad nos deja resbaladizos, deseosos y las respiraciones se ahogan bajo la fuerza de la posesión. 


En este escenario con fondo de telón negro nos entregamos. 
Con el alba llegará la luz y regresarán nuestras almas alejándonos hasta que, de nuevo, la penumbra se adueñe del mundo.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Rendirse

Corre deprisa, el aire helador araña su piel y rasga su respiración agitada. Huye cual víctima de la presa animal empujada por el miedo y el instinto. 
La sombra le persigue acortando cada vez más las distancias, cerrando un estrecho círculo alrededor mientras las ramas crujen con cada pisada y se oye el ulular de la noche en sus oídos. Escapar del miedo y la oscuridad es cada vez más difícil. 
Un deseo le frena, el de dar la vuelta y enfrentarse a la negrura y lo inseguro. Atraída y enloquecida, con la mirada perdida y los pies ya fuera de todo control, se vence a él. 
El suelo húmedo de rocío es el apoyo y la niebla ennegrecida, el manto. Tan aislada de la realidad como indefensa, tan enajenada como consciente, se abandona para formar parte de un solo ser. 





No existe ya retorno y sólo el éxtasis llena cada poro de su piel. 
Inexistente queda la idea de escapar y en su lugar queda la esclavitud y el abandono al oscuro deseo.