miércoles, 7 de diciembre de 2011

Rendirse

Corre deprisa, el aire helador araña su piel y rasga su respiración agitada. Huye cual víctima de la presa animal empujada por el miedo y el instinto. 
La sombra le persigue acortando cada vez más las distancias, cerrando un estrecho círculo alrededor mientras las ramas crujen con cada pisada y se oye el ulular de la noche en sus oídos. Escapar del miedo y la oscuridad es cada vez más difícil. 
Un deseo le frena, el de dar la vuelta y enfrentarse a la negrura y lo inseguro. Atraída y enloquecida, con la mirada perdida y los pies ya fuera de todo control, se vence a él. 
El suelo húmedo de rocío es el apoyo y la niebla ennegrecida, el manto. Tan aislada de la realidad como indefensa, tan enajenada como consciente, se abandona para formar parte de un solo ser. 





No existe ya retorno y sólo el éxtasis llena cada poro de su piel. 
Inexistente queda la idea de escapar y en su lugar queda la esclavitud y el abandono al oscuro deseo. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario