sábado, 19 de noviembre de 2011

UN DÍA

Cruje la gravilla y mis pies aún se hunden en la profundidad para que suene aún más alto. Chasqueo los dedos impaciente y mis dientes rechinan con nerviosismo. 

Vuelve a ser 15 de Noviembre, un año más y nos volvemos a encontrar. 

¿Qué diré? Típicas preguntas para salir del paso, supongo. ¿Qué tal estás? ¿Qué has hecho este último año? ¿Has conocido a alguien?....
Por favor, no digas que sí a esta última o haré tal agujero en la gravilla que sonará como un terremoto mundial. 

Creo verte venir. Estos meses te han sentado bien, no como a mí. Ya sabes que no nací con estrella.  Llegas sonriendo y me abrazas. 
Intento retenerte un poco más para olerte y hundirme en tu ropa. 
Me susurras al oído: "un año sin tí ha sido demasiado".
Maldito tono de voz fraternal. ¿O creo haber sentido un atisbo de sentimiento romántico?. 

Paseamos y me llevas al mismo restaurante de nuestro primer 15 de Noviembre. Como un ordenador suelto las típicas preguntas y a la última no contestas, desvías la conversación. ¿Por qué? ¿Es un sí y no me lo dices por temor a hacerme daño? Entonces te importo pero...si te importo... ¿Por qué no soy yo la responsable de ese sí? 

Nos sirven la misma cena y hablamos de trivialidades. Así puedo concentrarme en tí y ver cuánto has cambiado.Ahora me gustas aún más y no puedo evitar tener que sujetar mis manos con fuerza casi clavando mis uñas para no tocarte. 
"¿Ocurre algo?" preguntas "No has tocado la cena"

Claro que no. No paro de pensar que dentro de unas horas volverás a desaparecer otro año más. 

La cena llega a su fin y pagas tú. Como no, siempre has sido un galan y un Don Juan y yo el hombro femenino sobre el que llorar. Escucharte hablar emocionado de lo fantástica que fue la de la noche anterior para luego ver como te deshacías de ella sin consideración. Día tras día he estado ahí y cuando ninguna mujer te quería en mi encontrabas apoyo y consuelo. Pero yo no quiero ser solo tu paño de lágrimas. 

Salimos a la calle. 
Ya empieza a caer la nieve y amablemente echas tu chaqueta sobre mis hombros. Me abrazo a ella imaginando que eres tú quien me rodea por completo y aspiro su olor como un drogadicto enloquecido. 

Momento incómodo de despedida. 
Una mirada larga, juntamos nuestros rostros y para un taxi. 
Abres la puerta y me ayudas a entrar. Retienes mi mano durante un segundo que parece una eternidad y me voy. 
Entonces siento tu chaqueta abrigándome. Tendrás que llamar y volver a por ella. Espero ser más valiente entonces para no esperar a otro 15 de Noviembre y tener miles de ellos contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario