martes, 3 de abril de 2012

El jinete de bronce

Busco en cada rincón plagado de escombros la sombra de lo que fue imbatible en el pasado. 
Rescato pedazos de nuestra historia que descansan ahora al pie de muros derrumbados en nombre del odio y del antihumanismo. 

Soy sólo una sombra desfigurada esperando el regreso de las manos firmes que me sostengan cuando mis pies pierdan la fuerza para andar. 
En las horas frías que ahogan palabras en el grito mudo de la impotencia, viajo a la calidez de tu abrazo, al sonido gutural de tu voz atrayente y me deshago como la nieve que ahora amenaza con atraparme en esta ciudad fantasma.

¡Dame valor, soldado! 

Valor para soportar la ausencia de tu cuerpo sobre el mío, de las manos ávidas de carne y humedad que con la fuerza de mil regimientos golpean con doloroso placer cada rescoldo de mi piel. 
Valor para combatir la soledad en este mundo que se balancea al borde del abismo y que amenaza con arrastrarme a él. 

Pero no temas valiente soldado. Pues cuando la esperanza deje marchar su último aliento yo seguiré de pie enfrentada a la muerte y la oscuridad, esperando el regreso de los días pasados para hacerlos eternamente nuestros.