Cuando las agujas del reloj entran en simultánea posición, las luces de las arañas de cristal dejan de iluminar y la penumbra da paso al vértigo y al desequilibrio.
Tanteo la pared adivinando la forma de cada objeto mientras mis pies avanzan a trompicones rozando esquirlas de madera del suelo empobrecido.
Me tambaleo y quedo sin respiración al ver tu figura perfilada entre las sombras nocturnas.
Dos siluetas que, enfrentadas a ciegas, avanzan hacia su encuentro.
El aire se condensa y los cuerpos transpiran.
Las ropas húmedas se pegan a la piel dejando entrever formas sinuosas y adictivas.
Limitarse a un simple roce es insoportable y como el imán que atrae al metal, mi cuerpo absorbe el tuyo.
En la oscuridad como escenario escondemos nuestra identidad y dejamos de ser almas quedando sólo nuestros cuerpos hambrientos.
La humedad nos deja resbaladizos, deseosos y las respiraciones se ahogan bajo la fuerza de la posesión.
En este escenario con fondo de telón negro nos entregamos.
Con el alba llegará la luz y regresarán nuestras almas alejándonos hasta que, de nuevo, la penumbra se adueñe del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario