martes, 20 de diciembre de 2011

Penumbra

Cuando las agujas del reloj entran en simultánea posición, las luces de las arañas de cristal dejan de iluminar y la penumbra da paso al vértigo y al desequilibrio. 

Tanteo la pared adivinando la forma de cada objeto mientras mis pies avanzan a trompicones rozando esquirlas de madera del suelo empobrecido. 
Me tambaleo y quedo sin respiración al ver tu figura perfilada entre las sombras nocturnas. 

Dos siluetas que, enfrentadas a ciegas, avanzan hacia su encuentro.

El aire se condensa y los cuerpos transpiran. 
Las ropas húmedas se pegan a la piel dejando entrever formas sinuosas y adictivas. 
Limitarse a un simple roce es insoportable y como el imán que atrae al metal, mi cuerpo absorbe el tuyo.


En la oscuridad como escenario escondemos nuestra identidad y dejamos de ser almas quedando sólo nuestros cuerpos hambrientos. 


La humedad nos deja resbaladizos, deseosos y las respiraciones se ahogan bajo la fuerza de la posesión. 


En este escenario con fondo de telón negro nos entregamos. 
Con el alba llegará la luz y regresarán nuestras almas alejándonos hasta que, de nuevo, la penumbra se adueñe del mundo.

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